SEMANA DEL 5 al 11 de enero (Teresa del Pilar)
Ø Lectura de un artículo de una de las Revistas RIBLA
“Algunos elementos de la espiritualidad masculina vistos a través de la narración bíblica de Jacob”, de Hugo Cáceres Guinet, en Ribla, Nº 56, págs. 16- 26
El artículo está relacionado a la temática de género en cuanto que se plantea el reconocimiento de una espiritualidad propia del varón en la base de cualquier búsqueda de Dios, emprendida a través de las diversas espiritualidades reconocidas por la tradición de la Iglesia.
El artículo apunta a una reflexión sobre relaciones de género donde prevalezca la equidad en la medida que la espiritualidad del varón (delineado en la figura de Jacob) pasa por todo un recorrido que el autor identifica en un proceso de tres momentos que culmina con el doloroso reconocimiento de su humanidad. Es entonces cuando se abre efectivamente la posibilidad de una relación desde la equidad, puesto que ha sido capaz de reconocer sus miedos y limitaciones y de reconciliarse con su sombra para disponerse a vivir para los/las demás.
El artículo invita a pensar las relaciones de género junto con otras relaciones en la medida que las tres etapas (según el modelo de Richard Rohr) que se propone sean reconocidas como arquetipo válido para comprender las etapas espirituales de los varones más allá de lo que pudiera ser cualquier variable relacionada con la raza, clase social, contexto histórico…
A continuación se describen brevemente los tres ciclos mencionados.
La primera etapa del varón es la de “adquirir, lograr, superar, aventajar y morir peleando por mantener lo arrebatado a otros machos igualmente deseosos de ascender en la empresa, la política o la empresa.” (Pág. 17).
La segunda etapa “es el descubrimiento de la solidaridad, que permite hacerse al varón uno con sus hermanos y hermanas, renunciando al camino ascendente del control y la dominación. Es la búsqueda amplia por la justicia y la equidad.” (Pág. 18).
La tercera etapa “es la vía negativa, donde hay que desaprender el camino del poder, potenciar a otros, hacerse hermano de la creación, derribar barreras para ser parte de una nueva humanidad. Es ir contracorriente al camino que la sociedad y la estructura eclesial disponen para el hombre religioso, una posición de privilegios y ventajas.” (Pág. 18).
En el texto podemos destacar un nuevo elemento metodológico relacionado con la interdisciplinariedad en la hermenéutica bíblica que, junto a la psicología, busca relacionar la masculinidad como una clave importante a ser considerada en la espiritualidad. Esto apuntaría a una experiencia de Dios situada conforme al género de la persona. En esta misma línea, otro recurso a ser considerado en el texto se refiere a la observación hacia detalles narrativos y lingüísticos, que hacen del ciclo de Jacob una guía potencial del proceso al que está llamado todo varón que busca la integración de su ser. En otras palabras, a lo largo del artículo se configura una relación fundamental entre espiritualidad, masculinidad, psicología y la exégesis bíblica.
Al igual que Pinkola, Hugo Cáceres, plantea que la auténtica masculinidad está al final de un largo recorrido que cada varón está invitado a transitar con humildad y riesgo. La salud psíquica y espiritual de los hombres depende de asumir un proyecto de integración que incluye estar en contacto su identidad de varones. (Cf. Cáceres Guinet, Hugo Pág. 26)
Lo más llamativo del texto ha sido el poder corroborar una vez más hasta qué punto la “teología oficial” parece no haber penetrado lo suficiente en la definición de espiritualidad la diferenciación de sexos con las actitudes, tendencias y problemáticas que ellas implican. Me parece que ésta (perspectiva de género) es una llamada fundamental; de lo contrario, sin ella, seguiremos con un abordaje de lo espiritual que se precia de “neutral”, pero que en realidad esconde una ideología androcéntrica que necesita ser desenmascarada, deconstuida y reemplazada por enfoque más justo, equitativo e integral en relación a la persona humana.
Ø Lectura de un artículo de una de las Revistas RIBLA
“Algunos elementos de la espiritualidad masculina vistos a través de la narración bíblica de Jacob”, de Hugo Cáceres Guinet, en Ribla, Nº 56, págs. 16- 26
El artículo está relacionado a la temática de género en cuanto que se plantea el reconocimiento de una espiritualidad propia del varón en la base de cualquier búsqueda de Dios, emprendida a través de las diversas espiritualidades reconocidas por la tradición de la Iglesia.
El artículo apunta a una reflexión sobre relaciones de género donde prevalezca la equidad en la medida que la espiritualidad del varón (delineado en la figura de Jacob) pasa por todo un recorrido que el autor identifica en un proceso de tres momentos que culmina con el doloroso reconocimiento de su humanidad. Es entonces cuando se abre efectivamente la posibilidad de una relación desde la equidad, puesto que ha sido capaz de reconocer sus miedos y limitaciones y de reconciliarse con su sombra para disponerse a vivir para los/las demás.
El artículo invita a pensar las relaciones de género junto con otras relaciones en la medida que las tres etapas (según el modelo de Richard Rohr) que se propone sean reconocidas como arquetipo válido para comprender las etapas espirituales de los varones más allá de lo que pudiera ser cualquier variable relacionada con la raza, clase social, contexto histórico…
A continuación se describen brevemente los tres ciclos mencionados.
La primera etapa del varón es la de “adquirir, lograr, superar, aventajar y morir peleando por mantener lo arrebatado a otros machos igualmente deseosos de ascender en la empresa, la política o la empresa.” (Pág. 17).
La segunda etapa “es el descubrimiento de la solidaridad, que permite hacerse al varón uno con sus hermanos y hermanas, renunciando al camino ascendente del control y la dominación. Es la búsqueda amplia por la justicia y la equidad.” (Pág. 18).
La tercera etapa “es la vía negativa, donde hay que desaprender el camino del poder, potenciar a otros, hacerse hermano de la creación, derribar barreras para ser parte de una nueva humanidad. Es ir contracorriente al camino que la sociedad y la estructura eclesial disponen para el hombre religioso, una posición de privilegios y ventajas.” (Pág. 18).
En el texto podemos destacar un nuevo elemento metodológico relacionado con la interdisciplinariedad en la hermenéutica bíblica que, junto a la psicología, busca relacionar la masculinidad como una clave importante a ser considerada en la espiritualidad. Esto apuntaría a una experiencia de Dios situada conforme al género de la persona. En esta misma línea, otro recurso a ser considerado en el texto se refiere a la observación hacia detalles narrativos y lingüísticos, que hacen del ciclo de Jacob una guía potencial del proceso al que está llamado todo varón que busca la integración de su ser. En otras palabras, a lo largo del artículo se configura una relación fundamental entre espiritualidad, masculinidad, psicología y la exégesis bíblica.
Al igual que Pinkola, Hugo Cáceres, plantea que la auténtica masculinidad está al final de un largo recorrido que cada varón está invitado a transitar con humildad y riesgo. La salud psíquica y espiritual de los hombres depende de asumir un proyecto de integración que incluye estar en contacto su identidad de varones. (Cf. Cáceres Guinet, Hugo Pág. 26)
Lo más llamativo del texto ha sido el poder corroborar una vez más hasta qué punto la “teología oficial” parece no haber penetrado lo suficiente en la definición de espiritualidad la diferenciación de sexos con las actitudes, tendencias y problemáticas que ellas implican. Me parece que ésta (perspectiva de género) es una llamada fundamental; de lo contrario, sin ella, seguiremos con un abordaje de lo espiritual que se precia de “neutral”, pero que en realidad esconde una ideología androcéntrica que necesita ser desenmascarada, deconstuida y reemplazada por enfoque más justo, equitativo e integral en relación a la persona humana.
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