
Semana del 29 de diciembre al 4 de enero de 2009
Cuatro ideas clave que considero fundamentales:
1. Reconocer que toda lectura de la Biblia es una relectura, un nuevo acercamiento a las Escrituras que implica preguntas nuevas que brotan de las nuevas realidades del mundo, de las situaciones, de la vida de las personas. En este sentido, el ejemplo que plantea el artículo con relación a la esclavitud me parece realmente ilustrativo:
Los dueños de los esclavos/as y también los predicadores encontraban en la Biblia un apoyo para el dominio que tenían sobre esclavos y esclavas; como por ejemplo en el texto que cito a continuación: “sométanse a sus amos con todo respeto, no sólo a los bondadosos y amables, sino también a los de mal genio. Es una gracia soportar, con el pensamiento puesto en Dios, las penas que se sufren injustamente” (1 Pe 2, 18)
Esclavos y esclavas al acercarse a las Escrituras encontraban un Dios que revela su amor hacia quienes sufren injusticia, a un Dios que se pone del lado de quienes están siendo oprimidos/as para liberarlos: “… los egipcios les amargaron la vida con dura esclavitud… He visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído sus quejas contra los opresores, me he fijado en sus sufrimientos. Y he bajado a liberarlos de los egipcios… la queja de los israelitas ha llegado a mí, y he visto cómo los tiranizan los egipcios. Y ahora, anda, que te envío al Faraón para que saques de Egipto a mi pueblo…” (Ex 1,14; 3, 7 – 10).
Esta manera de acercarse a la Biblia reafirmó la toma de conciencia de esclavos y esclavas y fortaleció su protagonismo como sujetos históricos que lucharon por su liberación. Como expresa el texto leído, “hoy todo el mundo reconoce que la relectura bíblica de los esclavos fue más fiel a las intenciones de Dios que la lectura –largamente aceptada- de los dominadores.” Pero llegar a esta afirmación ha supuesto un largo y doloroso camino que todas/os conocemos.
2. Asumir que la Biblia es parte de un mundo patriarcal y androcéntrico. Y reconocer que nosotras hemos leído la Biblia sin detenernos suficientemente en esta realidad. Cosa que ha sido normal porque también nosotras somos parte de una sociedad que continúa siendo patriarcal. Me parece importante resaltar que muchas veces la enseñanza religiosa en la iglesia, en las escuelas, en las familias… se ha usado para apoyar la desigualdad que nos margina como mujeres. En este sentido subrayo la interpretación que se hace del texto Mt 5, 39 – 42 y su vinculación con experiencias tomadas de la vida de los varones:
No resistas al que te haga algún mal; al contrario, si alguien te pega en una mejilla, ofrécele también la otra. Si alguien te demanda y te quiere quitar la camisa, déjale que se lleve también tu capa. Si te obligan a llevar carga una milla, llévala dos. A cualquiera que te pida algo, dáselo; y no le vuelvas la espalda al que te pida prestado. (Mt 5, 39 – 42)
Estas experiencias no son las de una mujer de la época ya que si una mujer caminara una segunda milla con un hombre, significaría que se ofrece como acompañante sexual. Por eso es importante analizar la situación de ambos, varones y mujeres, dentro del texto. Este texto en concreto es una revolución con relación a la manera de comportarse los varones en la sociedad patriarcal de la comunidad de Mateo porque exige que cambie su conducta machista, agresiva, violenta… Si el texto se aplica a las mujeres sin más refuerza actitudes que hemos aprendido en los diversos ambientes: casa, escuela, iglesia, sociedad… actitudes que nos han excluido o marginado cuando se nos ha enseñado a no definirnos, a no protestar, a dejarnos despojar de nuestros derechos, a no decir no e incluso a ser sumisas ante el maltrato. Como dice el texto: LAS MUJERES HEMOS SIDO SOCIALIZADAS NO PARA DEFENDEROS SINO PARA SOMETERNOS. Lo mismo es aplicable para personas que en nuestra sociedad son consideradas en situación de subordinación.
En este sentido es importante también descubrir otros textos que tienen una invitación diferente para las mujeres y para quienes sufren algún tipo de opresión, como la viuda en Lc 18, 2 – 6 que lucha por sus derechos hasta conseguir ser rehabilitada, conducta no normal ni adecuada para las mujeres de su época.
3. Tener en cuenta tres ejes: el factor de clase socio-económica, el factor de raza-etnia y el factor de género. Y dentro de cada grupo étnico y de clase el factor de género. Sería simplista reducir esta manera de acercarnos a la Escritura sólo a una perspectiva de cómo viven los varones y las mujeres. La pertenencia a una raza-etnia nos configura y nos sitúa de una manera concreta en la pirámide de la sociedad patriarcal. De la misma manera lo hace la ubicación en una clase socio-económica. Desde estas dimensiones leemos la vida o dejamos que la vida nos lea. Como mujeres que queremos acercarnos a la Escritura desde otra perspectiva no podemos perder de vista el reverso de la historia, y nosotras, en este sentido, podemos retomar el Desafío III del Capítulo General: Renovar el compromiso de estar del lado de los empobrecidos/as y los excluidos/as…
Desde estas categorías o ejes nos acercamos a la Biblia para una lectura liberadora que posibilite la vida plena para las mujeres y para todo el pueblo.
4. Analizar la exclusión o marginalización de las mujeres y el desprecio de sus actitudes en los textos es importante. Es conveniente preguntarnos dónde estaban las mujeres, qué hacían en las primitivas iglesias así como reconstruir su presencia en los textos y en la historia de las primitivas comunidades. En este sentido, las invito a leer un libro de Elisabeth Schüssler Fiorenza: En memoria de ella. Y también comparto con ustedes una pintura de mujeres celebrando la Eucaristía que se encuentra en las Catacumbas de Santa Priscilla en Roma.
Giselle
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