“Género y desarrollo en las instituciones eclesiales” (pp. 64 – 73 del mismo libro).
Ø A partir de lo leído, comento sobre mi realidad eclesial a nivel institucional tanto en los ambientes locales como en los nacionales y supranacionales.
Los entramados institucionales en Paraguay todavía son muy excluyentes para las mujeres. En otras palabras, la falta de equidad de género en las relaciones interpersonales e institucionales es lo habitual. No obstante, en la capital y algunas otras provincias, se va dando un paulatino deseo de superación. Las asociaciones de mujeres están haciendo mucho en la toma de conciencia de sus derechos. La contrapartida de esto es la polarización en la defensa de algunos de los supuestos derechos, por ejemplo, el fanatismo por despenalizar el aborto. Esta realidad generalizada la constaté al averiguar sobre la posibilidad de integrarme en algún grupo. Si bien se hallan trabajando por la liberación de las mujeres, en otro sentido, están como bastante ideologizadas en una dirección.
Más allá de un consenso en el tema mencionado, creo que sería conveniente intentar planificar conjuntamente acciones estratégicas que comprometan tanto a los líderes de las distintas instituciones que influyen directamente en las políticas como al personal en general que colabora en dicha plasmación.
Me parece oportuno destacar que la inequidad de género afecta con mayor fuerza a las mujeres de escasos recursos (campesinas, indígenas y jóvenes) y a las que no han sido promovidas en el aspecto académico. En otros términos, la falta de justicia de género está estrechamente vinculada a la clase social, a la generación, y por qué no decirlo a la orientación sexual. Los/las que no son heterosexuales son estigmatizados, marginados y excluidos de la sociedad; prácticamente de todos sus derechos y beneficios. Situación que lleva a un doble estándar en las relaciones. Parejas públicamente heterosexuales, en lo privado tienen sus relaciones homosexuales.
Por otro lado, en Paraguay, en el ámbito de la Iglesia institucional, va creciendo la cantidad de movimientos de tendencia integrista como el Opus Dei, Heraldos de Evangelio, ente otros. Con gran sorpresa del pueblo cristiano, incluso de ciertos Obispos, son nombrados desde Roma Obispos pertenecientes al Opus Dei, en abierta discordancia con la línea dialogante y fraternal de otros Pastores. Sin selección previa dichos pastores (del Opus Dei) recogen a los jóvenes campesinos y les ofrecen todo tipo de bienestar y confort a cambio de la posibilidad de constituirse en sacerdotes. La consecuencia de lo anterior es que los mismos acceden deslumbrados y van adentrándose en un proceso que culmina desarraigándolos de su cultura y convirtiéndolos en personas rígidas que ya no saben quiénes son, de dónde vienen, ni adónde van.
A propósito de Pastores, recuerdo que, en abril pasado, la Confederación de Religiosos del Paraguay (CONFERPAR) convocó a todos los ciudadanos y ciudadanas para pedir por el país ante la inminente elección presidencial. En dicha ocasión, en una masiva celebración eucarística en la Catedral, el Arzobispo de Asunción pidió a las religiosas sin hábito “que fueran mejor vestidas”.
Al decir de Nancy Cardozo (Revista Ribla), los señores clérigos paraguayos y pseudo dueños de la verdad, no satisfechos con esto, pretenden también seguir manteniendo el “control hegemónico” sobre los cuerpos de las mujeres, denigrándolas públicamente. Y lo hacen precisamente en una celebración eucarística donde el “Cuerpo de Cristo” invita fraternalmente a un encuentro íntimo con otros cuerpos. ¡Paradójico!
Como quiera que sea, creo que estas “pequeñas” anécdotas podrían ser suficientes para forjarnos una pálida idea de la realidad institucional, de la Iglesia jerárquica en Paraguay.
Ø Dejo soñar algo alternativo…
Quiero hacerme la idea de que todavía sigo queriendo soñar. Soy una convencida de que los cambios, grandes o pequeños, no vienen de arriba, sino desde “abajo” y desde “adentro”. Entiendo que con la prerrogativa del poder se “está muy bien”, como para anhelar una desestabilización que significa la alternativa de los nuevos paradigmas. Es sabido que, muchas veces, el poder llega a obnubilar la capacidad de decisión y de libertad. L@s que nos sentimos con las alforjas ligeras tenemos que prestarles el servicio de empujar la historia hacia delante. En sus momentos de lucidez y liberación nos lo agradecerán. Aunque no lo hicieran, vale la pena. Hacer justicia a la complejidad de la realidad es más que un acto de buena voluntad, es un legítimo imperativo ético. Las perspectivas con sus matices han de tener el espacio que le corresponde.
Las mujeres soñamos, yo sueño, una Iglesia donde no sólo se pregone una justicia para fuera, sino que se empiece a vivirla desde dentro. Si la justicia es un elemento constitutivo del Evangelio es necesario que la mujer sea “empoderada”, que acceda al poder que le corresponde, sólo así puede haber verdadera reciprocidad.
Hemos de empezar al menos por hablar entre nosotras, pues en “algunos ámbitos” no se nos es permitido hacerlo. Conversar, soñar juntas, planear estrategias… es un buen inicio…
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