LECTURA REVISTA RIBLA No. 19: MUNDO NEGRO Y LECTURA BÍBLICA: “Hay zapatos viejos que hacen callos en los pies”. Silvia Regina de Lima Silva.
Deseo compartirles la importancia que tiene este texto para mí por el momento que estoy viviendo como mujer, como afrocolombiana y como religiosa. La autora del texto basa su reflexión desde su experiencia de lectura Bíblica personal y comunitaria destacando lo positivo de ella, como el encuentro con el Dios de nuestras madres, padres, abuelas, abuelos, el Dios de nuestros ancestros que trajo sentido a nuestras vidas y redimensionó la misión. La relectura Bíblica les llevó a inquietarse, cuestionarse y descubrir como dice: “Hay zapatos viejos que hacen callos en los pies”.
La autora resalta un aspecto muy valioso y es “la comunidad negra como sujeto hermenéutico” que nos ubica como punto de referencia para percibir la rica experiencia de fe de nuestro pueblo negro que resistió y atravesó siglos y siglos de historia; una experiencia desconocida por muchos/as, asumida por otros/as, marginada, no considerada pero que con todo esto en la historia se perciben las interpretaciones Bíblicas que hizo nuestro pueblo negro, construyó su propia hermenéutica; descubriendo claves de lectura que le permitieron tomar en sus manos la Palabra de Dios, tan manipulada y anunciada por el colonizador-evangelizador como justificación del sistema esclavista; a pesar de ello el pueblo negro supo hacer una interpretación bíblica que le permitió transformar la Palabra en consuelo, resistencia en el dolor (no simple alienación) y liberación.
Acercarse a la significativa experiencia religiosa del pueblo negro requiere desarrollar algunas actitudes en relación con la comunidad negra como son:
1.- Ver la realidad del pueblo negro y el ver exige aproximación, presencia, “estar con”.
2.- Escuchar las experiencias, las historias; escuchar sin pre-conceptos, dejarse implicar y envolver con lo que se oyó.
3.- Conocer desde el entrar en el movimiento del mundo del otro/a, en la carne, en la historia, en el “espíritu”, en los sentimientos – en lo que confiere sentido a la existencia. Conocer como acto de compromiso, de solidaridad que exige por parte de quien conoce, respeto y fidelidad.
4.- Bajar y encarnarse participando de todo, de la suerte, del destino, de las discriminaciones, dolores y risas, de la vida del pueblo; asumiendo una postura distinta es participar de una experiencia de fe donde no haya cabida para la arrogancia y el creerse dueños/as de la verdad.
La autora concluye bellamente: “el gran misterio vivido por el pueblo negro, el secreto de su hermenéutica bíblica, fue haber descubierto que la Biblia no es “la palabra de Dios”, sino “una palabra de Dios”. Este mismo Dios/a nos dirigió otra palabra, nos habló y nos habla por los orixas, por la tradición de nuestros ancestros, palabras de igual valor que demuestran el cariño y cuidado de nuestro Dios”. Les comparto que al leer esta parte del artículo entré en contacto con mis paradigmas de interpretación bíblica anquilosadas en las que al escuchar que la Biblia no es “la Palabra de Dios” sino “una Palabra de Dios” me movió el piso y me hizo releerlo una y otra vez y analizar que hay otras semillas de la Palabra y cuando menciona que nos dirigió otra Palabra (por los orixas, la tradición de nuestros ancestros) experimenté una inmensa alegría porque sentí que nuestra riqueza espiritual, cultural y nuestros ancestros fueron tenidos en cuenta no para cuestionarlos de sincretistas, sino como “palabra de Dios”; que son valiosos y expresan el acontecimiento de Dios en nuestra historia y realidad de pueblo negro.
Tampoco podía dejar de pensar desde la perspectiva de género y reconocer que posturas androcéntricas hacen que la Palabra de Dios sea para muchas mujeres como “zapatos viejos que hacen callos en los pies” porque como al pueblo negro también a ellas se les ha evangelizado con la Palabra desde la sumisión, la subvaloración, la exclusión y el irrespeto. El artículo leído en perspectiva de género es una invitación a reconocer a la mujer como sujeto hermenéutico, es tener como referencia una historia de fe y es una invitación a abrir los ojos para descubrirla como portadora de la “Buena Nueva”[1], para escuchar su experiencia y protagonismo en lo cotidiano, bajarse y encarnarse y participar de su situación con una postura distinta que genere confianza para que pueda expresarse y compartir el caudal que tiene.
Por lo tanto, el sentir que “hay zapatos viejos que hacen callos en los pies” es incomodarme con ello, reflexionar, invitar a otras y a otros para tomar conciencia y buscar soluciones para que esos paradigmas androcéntricos construidos y establecidos desde hace tiempo sean reflexionados, cuestionados y sobre todo transformados para que no nos sigan haciendo daño ni nos impidan caminar con dignidad como hijas e hijos de Dios.
[1] Jn 20,18.
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